Hay experiencias que llegan de manera inesperada, y más aún en medio de esta vorágine que parece que retrasa cualquier acontecimiento que nos acerca a Dios en un ambiente diferente.
Hay experiencias que te ayudan a reforzar todo lo vivido en tus vivencias de fe anteriores, a reevaluar tu vida y ponerla en manos de Dios. En las que renuevas las promesas y te comprometes una vez más (y no será la última) a lo que parece que llevas comprometiéndote desde la primera vez que le preguntaste a Dios qué te estaba pidiendo.
Hay experiencias en las que te reconcilias con Dios y contigo mismo, agradeces todo lo que te da, le pides por tus preocupaciones, haces comunidad y eres enviado.
Hay experiencias que te acercan a personas, que te permiten introducirte como espectador de sus vidas durante unos momentos, haciendo que admires y descubras nuevas formas de vida, de fe, de amor y de entrega.
Hay experiencias que, simplemente, te llenan de paz, de felicidad, de energía, de agradecimiento, de Dios.
Esto ha sido para mí el encuentro puzzle.
Si te paras a pensar en qué piezas son las que constituyen tu vida puede que no parezca tan difícil responder, pero cuando te preguntas cómo encajan unas con otras, qué es lo que sobra y lo que falta y, lo más difícil, cómo encaja Dios en ellas… necesitas un fin de semana entero para empezar a responder.
Gracias a todos los detalles preparados con tanto cariño y cuidado, tuve la oportunidad de enmarcar mi vida y caer en la cuenta de todo lo que tengo, de tomar decisiones con la ayuda de Dios y reconstruir desde sus cimientos.
Y con todo esto vivido, fuimos enviados a anunciar que, si Dios no encaja, al puzzle siempre le faltará la pieza central.
Reyes Díaz del Junco